Uno llega adormilao porque pese a ser domingo ha habido que pegarse un buen madrugón ya sea por llegar al lugar del encuentro o , de tratarse del club anfitrión, para montar y organizar el recorrido.
En los primeros momentos, la cabeza es un ligero torbellino de pensamientos... por si llevas todo lo necesario, por ver con quién te toca, porque hoy estrenas algo que no sabes cómo te irá, porque hace un poco de viento o porque seguro que hará demasiado calor... La tensión crece cuando en la revisión de material un juez te da el toque con el entorchao de la cuerda y sigue creciendo cuando en las tandas de calentamiento se te va una fuera y ves que todo el mundo está fino-fino menos tú Por lo menos, a tí te lo parece. Además, antes de salir con tu patrulla al puesto donde comenzarás el recorrido... lo notas. Es ese cosquilleo en la barriga tan familiar. Se trata, sencillamente de la manifestación física del deseo de querer hacerlo bien, de mejorarte, de no cometer los errores de la última vez. Autoexigencia que de no estar controlada puede tornarse en presión o ansiedad con nefastas consecuencias para lograr ese agarre firme del arco o esa suelta limpia que son indispensables. Luego, llegarán los tiros buenos y malos, las distracciones, la emoción, la lucha interior, los alegrones y los cabreos...en fin todo por lo que has pagado una inscripción. Y que al final, en definitiva y según como te lo tomes, tan solo es una suma de puntos.
Las caras de expresión grave, concentrada, fruncida o trascendente, por fin, cambian con el último tiro del recorrido. Finito, caput. Es el momento de la relajación ... y explota la sonrisa. Con un caminar pausado y animada charla con los compañeros se regresa al punto donde aguarda la cerveza fresquita. Allí es donde se aparcan arco y carcaj y donde uno evalua su propia competencia arquera con grandes dosis de benevolencia porque sabe que ha hecho lo que ha podido. Apartir de ahora solo hay buenos momentos: sensaciones íntimas para relamerse, estar con los amigos y disfrutar de la comida y los sorteos. En casa te espera una buena ducha, pero antes, conduciendo sereno vas mascullando las mejoras para la próxima jornada.
Bueno, si a estas alturas alguno sigue demasiado serio... es por que mete barriga y no puede respirar.
Lo dicho: ¿Qué tiene este deporte que los rostros de los que lo practican cambian en el transcurso de una competición?
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