Él no había venido a aprender ninguna doctrina, sólo quería saber dónde estaban las puertas para poder evitar el infierno y entrar al cielo.
“¿Quién eres?”, le preguntó el maestro Hakuin.
“Soy un Samurai”, le respondió el guerrero.
“Hasta el Emperador me respeta”, agregó.
Hakuin se río y contestó:
“¿Un Samurai tú?, pareces un vulgar mendigo”.
El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para qué había venido. Rápidamente abrio su arco y apunto al pecho del atrevido maestro. Este le dijo: “Esta es la puerta del infierno. Tu flecha, tu ira, tu ego... te abren la puerta."
De inmediato, el samurai entendió. Bajó el arco y guardó su dardo de muerte en el carcaj. Hakuin dijo: “Aquí se abren las puertas del cielo. La mente es el cielo... la mente es el infierno...y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos. A cada momento las puertas se abren… en un segundo se puede ir del cielo al infierno y del infierno al cielo. Pero la gente sigue pensando que existen en alguna otra parte, fuera de ellos mismos. El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora.”.
Hakuin se río y contestó:
“¿Un Samurai tú?, pareces un vulgar mendigo”.
El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para qué había venido. Rápidamente abrio su arco y apunto al pecho del atrevido maestro. Este le dijo: “Esta es la puerta del infierno. Tu flecha, tu ira, tu ego... te abren la puerta."
De inmediato, el samurai entendió. Bajó el arco y guardó su dardo de muerte en el carcaj. Hakuin dijo: “Aquí se abren las puertas del cielo. La mente es el cielo... la mente es el infierno...y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos. A cada momento las puertas se abren… en un segundo se puede ir del cielo al infierno y del infierno al cielo. Pero la gente sigue pensando que existen en alguna otra parte, fuera de ellos mismos. El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora.”.
"Cuento budista de origen desconocido."
Buen relato....
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