"No hay teoría, simplemente escucha.
La fantasía es la ley."
Claude Debussy
De chicos a todos nos gustaban los cuentos. Mirábamos hipnotizados la cara de quien nos lo contaba estudiando cada uno de sus gestos como tratando de anticipar la siguiente escena que saldría de sus labios. Finalmente suspirábamos satisfechos de que las historias siempre acabasen bien. Otro momento mágico era cuando jugábamos con los mayores: abuelos , padres , tios... quiero decir... cuando jugábamos "a luchas" y ganábamos (bueno, nos dejaban ganar). ¡Que placer cuando nosotros, un pirata renacuajo, conseguia la rendición de aquel grandullón!
Me da que ahora, los mayores juegan de otra manera con los niños . Me refiero a que los sentamos solos a ver la última peli de Disney o de Pixar y a que por jugar entendemos echar unas partidas en la wii o en la Play Station. No sé, como que no es lo mismo.
Por eso cuando el otro día mi amigo Cabrera me contaba como se lo monta con sus sobrinos para iniciarlos a tirar con el arco, realmente, me maravilló.
Les prepara una aventura. Un recorrido por el bosque donde la fantasia campa a sus anchas. Donde ellos son los protagonistas de increibles historias que solo la mente sin ataduras de un niño es capaz de ver y disfrutar.
Aquí están sus palabras y sus imágenes :
"LA HIGUERA MAGICA"
Dedicado a todos los que de mayores soñaron con volver a ser niños.
por Jose Antonio Cabrera Dueñas
El sol apenas alcanzaba las aguas gélidas del pantano cuando los dos pequeños arqueros, Alvaro y José, estaban preparados y armados para una nueva
aventura.
En
tiempos, le escucharon a su padrino una historia de una Higuera Mágica
difícilmente localizable. Parece ser que estaba por la montaña donde un día subieron a destruir las setas
venenosas. Pese a lo increibles que pudieran parecer las cualidades mágicas de aquella enigmática Higuera, ellos creían incondicionalmente a su querido padrino.
Hasta
ahora, nunca habían subido más allá de la Puerta Misteriosa, una cancela
decorada con dragones y serpientes de aspecto monstruoso. Pero ya tenían 5
años, eran unos pequeñajos valientes, sin temor a lo desconocido, y su
destreza en la arquería les daba una total confianza en sí mismos.
Salieron del cortijo con paso firme y mirada serena,
apenas hablaron, después de "toda una vida juntos", no necesitaban hablar para
entenderse. Marchaban pisando firme el estrecho sendero de hierba con su carcaj a la espalda repleto de flechas de madera y puntas de plata, en la mano, sus pequeños longbows, perfectamente cuidados que eran capaces de atravesar a más de 30 metros una libélula en pleno vuelo.
Les acompañaban sus inseparables perras. La vieja Nada, era una perra de agua,
color chocolate, que años atrás rescató a los niños de las mandíbulas del Gran
Aligator del pantano. El cocodrilo siempre les acechaba cuando jugaban en la orilla.
Una vez, aprovechó un descuido y con su gran
boca pudo prenderlos de las camisetas y sumergirlos para ahogarlos. Por suerte,
Nada estaba cerca como siempre, y sin dudarlo se zambulló en el remolino de agua alcanzando y mordiendo la garganta del
coloso reptil, forzándolo a abrir la boca para que escapasen los primos.
La otra perra era una labradora de pelo negro
brillante llamada Flecha tan rápida y letal como su propio nombre indica. Era capaz de trepar los
árboles como un felino y de romper los cráneos de las
fieras más terribles que pudieran amenazar a sus pequeños amigos con la prensa de sus mandíbulas
Conocían bien el bosque, por ello iban cautos y siempre
prestos a desafiar cualquier peligro que
pudieran encontrarse.
Aunque el camino era duro y largo, siempre en constante ascensión, no salía de sus bocas la menor queja pues no habría descanso hasta llegar a la mismísima Puerta
Misteriosa. Allí recuperarían fuerzas con algo de fruta y se cargarían de ánimo pues a partir de ese punto ya todo era todo desconocido. Iban a necesitar todas sus fuerzas y víveres para poder alcanzar la
Higuera Mágica.
Al
cruzar el arroyo tenebroso, descubrieron, grandes losas de granito orientadas
hacia la Meca. Se habían metido sin darse cuenta en el Viejo Cementerio Moro. No muy lejos se oían chasquidos y el tronchar de ramas . Corrieron unos metros escondiéndose entre unas rocas para averiguar que podía
ser lo que provocaba tal barullo. Quedaron aralizados y absortos al descubrir
que se trataba de un ejército zombi. Por el raído estandarte supieron que se trataba del derrotado bastión de Almanzor. Permanecieron ocultos, no por
miedo sino por prudentes, eran valientes y listos, sabían que con sus flechas no
podrían vencer a los cuarentionce zombies que pudo contar José. Poco a poco el viejo ejército se introdujo
ordenadamente en sus tumbas y se taparan con sus losas de piedra. Fiuuuuuu... por poco.
"No es de
cobardes esconderse cuando sabes que no puedes vencer" susurró uno de ellos. "Claro, primo, nuestro honor sigue intacto", aclaró el otro.
El cansancio era evidente, Álvaro
descolgó de su cintura la cantimplora y cuando se disponían a dar unos tragos las perras
comenzaron a ladrar excitadas. Envalentonadas se metieron entre los arbustos para comerse el mundo pero al momento ambas salieron despedidas
bruscamente estampándose contra el suelo. Mientras los niños ya tenían sus arcos tensos con las plumas de la flecha pegada a la cara, sin pestañear, apuntando dónde provenía el desconocido peligro. Abriéndose camino destruyendo la
maleza y con un gruñido infernal apareció ante sus ojos el feroz Oso de Kodiak de más de tres metros de altura.
Amenazante con sus grandes garras se dirigía sin vacilar a los chiquillos. No pensaban retroceder, lo habían aprendido del padrino. Aguardaron el momento oportuno para soltar inmutables.
La cuerda apenas rozaba ya las yemas de sus dedos, pero la mala suerte (o quizás un maldición de Almanzor por profanar sus dominios) hizo que
uno de ellos resbalase perdiéndose la flecha entre las copas de los árboles.
El otro tenía dos
opciones, soltar la flecha o agarrar a su primo para que no cayera ladera abajo. Sin dudarlo, le agarró la mano lo que aprovecho el oso para abalanzarse sobre ellos.
Era
imposible salir airosos ante aquella mole de fuerza descomunal. Pero aparecieron ellas: Nada
pudo morder la espalda de la fiera y Flecha lo agarró por la frente y entre las dos redujeron al úrsido.
Agotados, magullados, molidos de
los golpes, permanecieron en el suelo, respirando profundamente. La desilusión
se apoderó de ellos... ¿Y si esta vez tenían razón sus padres y el padrino solo
contaba historias fantásticas para entretenerlos? ¿Y si era cierto que el padrino "los volvía locos" como decían sus abuelos? No pudieron evitar alguna lágrima mientras
acariciaban, con cierta decepción, a las malheridas Flecha y Nada.
Pero… un momento, el oso había
sido derrotado como otros tantos, jabalíes, tiburones, y demás animales que el
padrino contaba en sus hazañas. Se armaron de valor y confianza. Decidieron
avanzar entre un bosque espeso, pleno de
florecientes hojas verdes. En un
claro divisaron un árbol seco, moribundo y triste, de varios troncos, …sí, podría ser la higuera que andaban buscando. Era la Higuera Mágica.
Treparon y frotaron en el tronco del viejo árbol el lugar en donde debían de hacer
robin en un solo intento, Según la leyenda habría premio. Se alejaron 20 pasos, no vacilaron lo más mínimo,
soltó Alvaro, después José, trás el impacto de la segunda flecha sobre la primera se produjo un estremecedor silencio.
Un rayo de sol atravesó las nubes señalando un punto. Fueron hasta allí y lo vieron : ¡¡El huevo Kinder Sorpresa más grande del mundo!!
El padrino había dicho la verdad,
todo lo que contaba el padrino era verdad, dijo que la Higuera era Mágica y guardaba un tesoro para dos pequeños arqueros
valientes que frotaran su tronco y
realizaran un robin en ese mismo punto, así lo hicieron tal como él lo explicó
y ahora entre sus manos sujetaban aquel fabuloso huevo.
"Nunca podré agradecer lo suficiente a mi
Alvaro y José, que hagan felices a las personas que más quiero."
Cabrera
Gracias Teo. Gracias de todo corazon.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo
Cabrera
Que tiemble J.K. Rowling!
ResponderEliminarFelicitaciones Cabrera, bella historia para esos dos mocosos que todo se lo merecen.
Debería hhaber más padres, tintos o padrinos como el de la historia.
Gracias amigo. Un fuerte abrazo
EliminarPues claro q el padrino siempre dice la verdad!!! Como tan cierto y verdadero es el amor que siente por sus pequeños arqueros. Deseo que nunca se te acaben esas historias tan maravillosas que hacen que tus niños se queden embobados escuchandolas. Tienen que aprender mucho de ti. Eres un gran maestro.
ResponderEliminarMaicamen