domingo, 22 de marzo de 2015

-La higuera mágica


"No hay teoría, simplemente escucha. 
La fantasía es la ley."
Claude Debussy


De chicos a todos nos gustaban los cuentos. Mirábamos hipnotizados  la cara de quien nos lo contaba estudiando cada uno de sus gestos como tratando de anticipar la siguiente escena que saldría de sus labios. Finalmente suspirábamos satisfechos de que las historias siempre acabasen bien. Otro momento mágico era cuando jugábamos con los mayores: abuelos , padres , tios... quiero decir... cuando jugábamos "a luchas" y ganábamos (bueno, nos dejaban ganar). ¡Que placer cuando nosotros, un pirata renacuajo, conseguia la rendición de aquel grandullón! 


Me da que ahora, los mayores juegan de otra manera con los niños . Me refiero a que los sentamos solos a ver la última peli de Disney o de Pixar y a que por jugar entendemos  echar unas partidas en la wii o en la Play Station. No sé, como que no es  lo mismo.

Por eso cuando el otro día mi amigo Cabrera me contaba como se lo monta con sus sobrinos para iniciarlos a tirar con el arco, realmente, me maravilló. 


Les prepara una aventura. Un recorrido por el bosque donde la fantasia campa a sus anchas. Donde ellos son los protagonistas de increibles historias que solo la mente sin ataduras de un niño es capaz de ver y disfrutar. 

Aquí están sus palabras y sus imágenes :

"LA HIGUERA MAGICA"  
                                        
Dedicado a todos los que de mayores soñaron con volver a ser niños.

por Jose Antonio Cabrera Dueñas

              

             El sol apenas  alcanzaba las aguas gélidas del pantano cuando los dos pequeños arqueros, Alvaro y José,  estaban preparados y armados para una nueva aventura.


               En tiempos, le escucharon a su padrino una historia de una Higuera Mágica difícilmente localizable. Parece ser que estaba por la  montaña donde un día subieron a destruir las setas venenosas. Pese a lo increibles que pudieran parecer las cualidades mágicas de aquella enigmática Higuera, ellos creían incondicionalmente a su querido padrino.
               Hasta ahora, nunca habían subido más allá de la Puerta Misteriosa, una cancela decorada con dragones y serpientes de aspecto monstruoso. Pero ya tenían 5 años, eran unos pequeñajos valientes, sin temor a lo desconocido, y su destreza en la arquería les daba una total confianza en sí mismos.

 
              
               Salieron del cortijo con paso firme y mirada serena, apenas hablaron, después de "toda una vida juntos", no necesitaban hablar para entenderse. Marchaban pisando firme el estrecho sendero de hierba con su carcaj a la espalda repleto de flechas de madera y puntas de plata, en la mano, sus pequeños longbows,  perfectamente cuidados  que eran capaces de atravesar  a más de 30 metros una libélula en pleno vuelo.


               Les acompañaban sus inseparables perras. La vieja Nada, era una perra de agua, color chocolate, que años atrás rescató a los niños de las mandíbulas del Gran Aligator del pantano. El cocodrilo siempre  les acechaba cuando jugaban en la orilla. 


Una vez,  aprovechó un descuido y con su gran boca pudo prenderlos de las camisetas y sumergirlos para ahogarlos.  Por suerte, Nada estaba cerca como siempre,  y sin dudarlo se zambulló en  el remolino de agua alcanzando y mordiendo la garganta del coloso reptil, forzándolo a abrir la boca para que escapasen los primos.
 La otra perra era una labradora de pelo negro brillante llamada Flecha tan rápida y letal como su propio nombre indica. Era capaz de trepar los árboles como un felino y de romper los cráneos de las fieras más terribles que pudieran amenazar a sus pequeños amigos con la prensa de sus mandíbulas 

 
              
                Conocían bien el bosque, por ello iban cautos y siempre prestos a  desafiar cualquier peligro que pudieran encontrarse.
               Aunque el camino era duro y largo, siempre en constante ascensión, no salía de sus bocas la menor queja  pues  no habría descanso hasta llegar a la mismísima Puerta Misteriosa. Allí recuperarían fuerzas con algo de fruta y se cargarían de ánimo  pues a partir de ese punto ya todo era todo desconocido. Iban a necesitar todas sus fuerzas  y víveres para poder alcanzar la Higuera Mágica.

               
           
                Al cruzar el arroyo tenebroso, descubrieron, grandes losas de granito orientadas hacia la Meca.  Se habían metido sin darse cuenta en el Viejo Cementerio Moro.  No muy lejos se oían chasquidos  y el  tronchar de ramas . Corrieron unos metros escondiéndose entre unas rocas  para averiguar que podía ser lo que provocaba tal barullo.   Quedaron aralizados y absortos al descubrir que se trataba de un ejército zombi. Por el raído estandarte supieron que se trataba  del  derrotado bastión  de Almanzor. Permanecieron ocultos, no por miedo sino por prudentes, eran valientes y listos, sabían que con sus flechas no podrían vencer a los cuarentionce zombies que pudo contar José.  Poco a poco el viejo ejército se introdujo ordenadamente en sus tumbas y se taparan con sus losas de piedra. Fiuuuuuu... por poco.
               "No es de cobardes esconderse cuando sabes que no puedes vencer" susurró uno de ellos. "Claro, primo, nuestro honor sigue intacto", aclaró el otro.

      

El cansancio era evidente, Álvaro descolgó de su cintura la cantimplora y cuando se disponían a dar unos tragos las perras comenzaron a ladrar excitadas. Envalentonadas se metieron entre los arbustos para comerse el mundo pero al momento ambas salieron  despedidas  bruscamente estampándose contra el suelo. Mientras los  niños ya tenían sus arcos tensos  con las plumas de la flecha pegada a la cara, sin pestañear, apuntando dónde provenía  el desconocido peligro. Abriéndose  camino  destruyendo la maleza y con un gruñido infernal apareció ante sus ojos el feroz Oso de Kodiak de más de tres metros de altura. Amenazante con sus grandes garras se dirigía sin vacilar a los chiquillos. No pensaban retroceder, lo habían aprendido del padrino. Aguardaron el momento oportuno para soltar inmutables.


 La cuerda apenas rozaba ya las yemas de sus dedos, pero la mala suerte (o quizás un maldición de Almanzor por profanar sus dominios) hizo que uno de ellos resbalase perdiéndose la flecha entre las copas de los árboles. 
El otro tenía dos opciones, soltar la flecha o agarrar a su primo para que no cayera ladera abajo.  Sin dudarlo, le agarró la mano lo que aprovecho el oso para abalanzarse sobre ellos.  


Era imposible salir airosos ante aquella mole de fuerza descomunal. Pero aparecieron ellas:  Nada pudo morder la espalda de la fiera y Flecha lo agarró por la frente y entre las dos redujeron al úrsido.



Agotados, magullados, molidos de los golpes, permanecieron en el suelo, respirando profundamente. La desilusión se apoderó de ellos... ¿Y si esta vez tenían razón sus padres y el padrino solo contaba historias fantásticas para entretenerlos? ¿Y si  era cierto que el padrino "los volvía locos" como decían sus abuelos? No pudieron evitar alguna lágrima mientras acariciaban, con cierta decepción, a las malheridas  Flecha y Nada.
Pero… un momento, el oso había sido derrotado como otros tantos, jabalíes, tiburones, y demás animales que el padrino contaba en sus hazañas. Se armaron de valor y confianza. Decidieron avanzar entre un bosque espeso, pleno de  florecientes  hojas verdes.  En un claro divisaron un árbol seco, moribundo y triste, de varios troncos, …sí, podría ser la higuera que andaban buscando. Era la Higuera Mágica.
Treparon y frotaron en el tronco del viejo árbol el  lugar en donde  debían  de hacer robin en un solo intento, Según la leyenda habría premio. Se alejaron 20 pasos, no vacilaron lo más mínimo, soltó Alvaro, después José,  trás el impacto de la segunda flecha sobre la primera se produjo un estremecedor silencio.  


 Un rayo de sol  atravesó las nubes señalando un punto.  Fueron hasta allí y lo vieron : ¡¡El huevo Kinder Sorpresa más grande del mundo!!


El padrino había dicho la verdad, todo lo que contaba el padrino era verdad, dijo que la Higuera era Mágica  y guardaba un tesoro para dos pequeños arqueros valientes que  frotaran su tronco y realizaran un robin en ese mismo punto, así lo hicieron tal como él lo explicó y ahora entre sus manos sujetaban aquel fabuloso huevo. 


 "Nunca podré agradecer lo suficiente a mi Alvaro y José,  que hagan  felices a las personas que más quiero."
Cabrera



4 comentarios:

  1. Anónimo3/22/2015

    Gracias Teo. Gracias de todo corazon.
    Un fuerte abrazo amigo

    Cabrera

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  2. Javier Redondo3/22/2015

    Que tiemble J.K. Rowling!
    Felicitaciones Cabrera, bella historia para esos dos mocosos que todo se lo merecen.
    Debería hhaber más padres, tintos o padrinos como el de la historia.

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    1. Anónimo3/22/2015

      Gracias amigo. Un fuerte abrazo

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  3. Anónimo3/31/2015

    Pues claro q el padrino siempre dice la verdad!!! Como tan cierto y verdadero es el amor que siente por sus pequeños arqueros. Deseo que nunca se te acaben esas historias tan maravillosas que hacen que tus niños se queden embobados escuchandolas. Tienen que aprender mucho de ti. Eres un gran maestro.
    Maicamen

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