sábado, 7 de noviembre de 2015


Hace tarde de campo. En el paseo me entretengo inventando posible tiros con el arco en cientos de los rincones naturales que me rodean. Calculo relajadamente distancias e imagino vuelos y trayectorias de flechas.



 De repente, me llama la atención unos bicharracos alados sobre el cielo. Son buitres. Habrán avistado alguna alimaña muerta. Voy para allá a echar un vistazo.





Me encuentro con un documental de la 2 en vivo y en directo. Se oyen algunos graznidos. Son los jefes de la panda que se disputan el festín. Todos los demas aguardan espectantes y educadamente en segundo plano. A medida que me acerco un grupo sale por alas aterrizando, en un planeo impresionante, a unos doscientos metros. Los más chulos  se quedan y miran para otro lado, como queriéndome decir: "Yo no he sido ¿eh?...  acabo de llegar".






Al final se van largando paulatinamente con vuelos tranquilos y elegantes. Me quedo solo con el cadaver.
No se han ido muy lejos, a una distancia prudente aguardan que haga mis fotos y me large para seguir con lo suyo. No sé de donde se lo sacan,  pero me aliva pensar que ellos crean en mi superioridad  y que me teman.



Antes de irme se me ocurre una antítesis: hace un momento pensaba en juegos de flechas y a la vuelta del montículo la realidad de la naturaleza va en serio. Vaya...
En fin, que látima de chuletones (quizás se resuma todo en que ellos han llegado primero)



Y estos, ni se han enterao.
La vida sigue y yo  apuro la tarde porque todavía guarda mucha belleza.






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