¿Qué presión no tendría aquel legendario y archiconocido Guillermo Tell cuando fue obligado a tener que atravesar con una flecha una manzana puesta sobre la cabeza de su propio hijo? El malvado gobernador que ideó aquel reto era rematadamente cruel y sádico pues el morbo radicaba en la posibilidad del fallo para, de ese modo, recrearse en la desgracia y el sufrimiento ajeno.
No se sabe si esta hazaña con final feliz sucedió o no verdaderamente en la historia, más bien parece ser fruto de la imaginación popular. Pura leyenda.
Lo que resulta increible es que un tipo como Howard Hill, maestro de la arqueria y pionero de la caza deportiva con arco, incluyese en sus espectáculos de exhibición el numerito de la manzana sobre un pobre desgraciado. Aunque ya hace unos cuantos años de esto aún nos queda el testimonio gráfico de semejante tropelia que lejos de despertar admiración provoca alarma y verguenza. Eran otros tiempos, hoy las leyes no se lo permitirían. Para mí, un mito menos.
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