Este artículo nos lo envía J.A. Cabrera. Gracias.
Quizá ese lugar esté en cualquier sitio y no haya ni que buscarlo, quizá esté más
cerca de lo que pensamos o tal vez ese lugar
necesite de un tiempo concreto.
Aunque vivo a caballo entre Zafra y Córdoba, Soria es
una provincia que me emociona y atrae sin haberla pisado nunca. Me suena a paz, a
tranquilidad, a soledad... Sin embargo no conozco más de ella que la canción de Gabinete, las leyendas de Bécquer o el destierro doloroso de Machado. De ahí mi idea de
una provincia plácida, misteriosa... un buen lugar para disfrutar la soledad.
Cuando surge una tarde en la que el sol se
abre camino, después de varios días de lluvia, hay que aprovecharla sin dudarlo
ni un momento.
El arco y el carcaj con sus flechas, a mi lado, la perra detrás. El coche sabe perfectamente a donde tiene que dirigirse.
Una tarde así es sólo para uno... realmente no se necesita a nadie más... Como tampoco se necesita a nadie para disfrutar de una buena película o saborear un gintonic con tu música.
El arco y el carcaj con sus flechas, a mi lado, la perra detrás. El coche sabe perfectamente a donde tiene que dirigirse.
Una tarde así es sólo para uno... realmente no se necesita a nadie más... Como tampoco se necesita a nadie para disfrutar de una buena película o saborear un gintonic con tu música.
Tras la lluvia el campo brilla y deleita con sus colores limpios. Un silencio
cantor de pájaros impacientes espera la primavera.
Incluso la silueta del corzo parece disfrutar de este
escenario. No la fijo, me gusta verla caer con el impacto... si le doy.
Cada posición de tiro es única, aunque al mismo bicho, siempre diferente. La decido yo, cada vez más complicada, sólo yo, nada más que yo... soy el
único que en esta vida realizará ese tiro... como para no jactarse.
Subo, bajo, me detengo a estudiar otro tiro.
No dejo de maravillarme de la
naturaleza que me rodea. Es el territorio de las encinas rebeldes, tercas
para crecer entre peñascos sin ayuda del
hombre. Realmente es una batalla lánguida en el que siguen triunfando los cantos puntiagudos.
En este paisaje me encuentro rincones más propios del norte.
-Este parece buen sitio para dejar el corzo- me digo. Lo enfoco en la flecha, me recreo en un anclaje lento, noto como mi dedo llega y coquetea unos segundos con la comisura del labio. Detrás, el agua del riachuelo crea un ambiente de incertidumbre y emoción, ya es suficiente... suelto... hasta la saeta se deleita en su vuelo. Bien, corzo abatido.
-Este parece buen sitio para dejar el corzo- me digo. Lo enfoco en la flecha, me recreo en un anclaje lento, noto como mi dedo llega y coquetea unos segundos con la comisura del labio. Detrás, el agua del riachuelo crea un ambiente de incertidumbre y emoción, ya es suficiente... suelto... hasta la saeta se deleita en su vuelo. Bien, corzo abatido.
Me siento bien. No sé cuando fue la última vez que me inundó tanta paz y tranquilidad. Ha sido una jornada de arco perfecta. Sin tablillas, sin reglamentos, sin preguntas. Se me viene a la cabeza la música de camino a Soria, la tarde ha pasado cadenciosa sin pensar. Aunque no he venido a olvidarme de nada, valoro mi soledad. Una tarde íntima que queda para mi y mi querida compañera, mi perra Flecha.
"Voy camino Soria,
¿tú hacia dónde vas?
Allí me encuentro en la gloria que no sentí jamás."
Gabinete Caligari .2004.
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Me identifico totalmente con tu relato. Y lo expresas muy bien. Aunque voy muchas veces al campo, ya sea solo o acompañado, solo en contadas ocasiones he percibido esa palpitación, emoción o como quieras llamarlo, en la que se capta toda la vida y la belleza de la naturaleza. Y te sientes afortunado y feliz.
ResponderEliminarGracias Teo.
ResponderEliminarLeyendolo en tu blog se vuelve a vivir lo narrado.
ya iremos cd nos deje el tiempo y prometo chorizo de orza para terminar
En las fotos y en el relato transmites una paz, que ya quisieran muchos para ellos.
ResponderEliminarPrecioso el artículo Cabreras, anímate y sigue mandando alguno más al blog.
Como bien dice Teo, todos los que portamos un arco, el carcaj con las flechas y salimos al campo para hacer lo que tú has hecho, sentimos lo mismo.
ResponderEliminarYo no tengo ese bosque tan bonito, que tienes en tú tierra natal, que por cierto, tuve la ocasión que nos brindaste de conocer el año pasado, pero como tú bien sabes, tenemos nuestro particular bosque se "Serbu", donde en muchas ocasiones hago lo mismo que nos narras aquí, entendiendo perfectamente esos sentimientos de paz y tranquilidad que nos dices.
Enhorabuena amigo.
Muy buen artículo Cabrera!tranquilizante y lleno de sentimiento, en eso es en lo que debemos resumir nuestro amado deporte, en sentir la paz de cada uno con nuestro arco al lado y porque no con un buen trozo de chorizo de orza!!
ResponderEliminarBárbaro, Cabrera. Gracias por contagiarnos de ese sentimiento que todos compartimos. Eres un poeta
ResponderEliminarole y ole mi hermano... te quiero
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