En la competición deportiva y en especial en el Tiro con Arco, los pensamientos que nos van surgiendo nos predisponen al éxito o al fracaso. Muchos arqueros se desenvuelven en un torneo según los resultados obtenidos en los primeros tiros.
Cuando comienzan bien permanecen relajados y seguros. Por el contrario, si lo hacen mal, les cuesta revertir la situación, por la desconcentración que provocan los malos pensamientos (hoy no es mi día, no tendría que haber cambiado de calibre, estoy cansado, hace calor...). Si no se arregla de inmediato, aparece la inseguridad, siempre difícil de corregir y ante la impotencia por encontrar la solución, se puede cometer la grave equivocación de modificar la técnica (voy a probar soltando más rápido, levantando mas la cabeza, no agarrando tan fuerte el arco...) El error trae aparejada una cascada de pensamientos para interpretar lo sucedido. Es un verdadero estado de emergencia que afecta a todo el cuerpo. Causa confusión mental y endurecimiento muscular, que en los mejores casos, dura unos pocos minutos y luego se controla, razonando y comprendiendo que es algo sin importancia. Al iniciar otra tanda si no se acude a una buena rutina del gesto técnico ("haz solo lo que sabes que hay que hacer"), que permita concentrarse y relajarse, se corre el riesgo de perpetuar la situación con otro tiro malogrado.
Nadie está a salvo de estas desagradables sorpresas, que aparecen en el momento menos pensado. Aceptarlos permitirá retomar rápidamente el ritmo y la concentración necesarios.
Fortaleciendo la confianza mediante el entrenamiento se controla este desajuste mental. Cuando se esté convencido que su aparición tiene la misma importancia que cualquier error de la vida cotidiana, dejará de molestar y lo olvidaremos enseguida. Desde siempre sabemos que el error es una condición humana. Como consecuencia todo lo que hagamos esta sometido al mismo principio.
Teniendo esto en claro, estaremos preparados para transformar una situación de alarma, en un hecho circunstancial y sin importancia. Algo así no necesita comprensión ni explicación. Se lo olvida y nada mas.
Cuando comienzan bien permanecen relajados y seguros. Por el contrario, si lo hacen mal, les cuesta revertir la situación, por la desconcentración que provocan los malos pensamientos (hoy no es mi día, no tendría que haber cambiado de calibre, estoy cansado, hace calor...). Si no se arregla de inmediato, aparece la inseguridad, siempre difícil de corregir y ante la impotencia por encontrar la solución, se puede cometer la grave equivocación de modificar la técnica (voy a probar soltando más rápido, levantando mas la cabeza, no agarrando tan fuerte el arco...) El error trae aparejada una cascada de pensamientos para interpretar lo sucedido. Es un verdadero estado de emergencia que afecta a todo el cuerpo. Causa confusión mental y endurecimiento muscular, que en los mejores casos, dura unos pocos minutos y luego se controla, razonando y comprendiendo que es algo sin importancia. Al iniciar otra tanda si no se acude a una buena rutina del gesto técnico ("haz solo lo que sabes que hay que hacer"), que permita concentrarse y relajarse, se corre el riesgo de perpetuar la situación con otro tiro malogrado.
Nadie está a salvo de estas desagradables sorpresas, que aparecen en el momento menos pensado. Aceptarlos permitirá retomar rápidamente el ritmo y la concentración necesarios.
Fortaleciendo la confianza mediante el entrenamiento se controla este desajuste mental. Cuando se esté convencido que su aparición tiene la misma importancia que cualquier error de la vida cotidiana, dejará de molestar y lo olvidaremos enseguida. Desde siempre sabemos que el error es una condición humana. Como consecuencia todo lo que hagamos esta sometido al mismo principio.
Teniendo esto en claro, estaremos preparados para transformar una situación de alarma, en un hecho circunstancial y sin importancia. Algo así no necesita comprensión ni explicación. Se lo olvida y nada mas.
TODOEL MUNDO METEMOS LA GAMBA, hasta los profesionales. Ver video.
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